Una historia de amor que desafía el tiempo: El aniversario de Mario y Miriam
Hace más de 53 años el destino los cruzó en la Escuela Marta de Tierra Amarilla, cuando Mario Vargas y Miriam Ortiz apenas eran unos estudiantes. Entre cuadernos y lecciones de francés, comenzaron una amistad que pronto se transformó en un amor inquebrantable. Este 14 de febrero, celebran un nuevo aniversario de matrimonio, cumpliendo 49 años juntos, al día de hoy siguen con la misma complicidad y alegría que los ha acompañado desde hace décadas.
Por Felipe Mery Tapia
Al ritmo de La venia bendita de Marco Antonio Solís y su inolvidable verso: “Le faltan horas al día, para seguirnos queriendo”, Mario y Miriam disfrutan su amor junto al mar. Entre la brisa salada, la arena blanca y la compañía de su familia, su historia sigue latiendo con la misma intensidad de aquel día en que decidieron caminar juntos por la vida.
Mario Vargas, formado en Sondaje y con años de experiencia en la minería, luego de años en el rubro decidió cambiar de rumbo y convertirse en colectivero. Miriam Ortiz, en tanto, encontró su vocación en la educación tras egresar del colegio e ingresar a la Escuela Normal, siempre con un fuerte vínculo con Tierra Amarilla, la comuna donde nació su historia de amor. Aunque no vivían allí, Miriam trabajaba en un colegio de la zona, y cada día, Mario la llevaba por las mañanas y la recogía al final de su jornada, manteniendo así un ritual que reflejaba su inquebrantable compañía.
«Nos conocimos en el liceo, y aunque al principio todo comenzó como una amistad, con el tiempo nos fuimos enamorando», recuerda Mario. «El francés nunca fue mi fuerte, pero gracias a Miriam, hasta eso me terminó gustando».
«Yo a Mario no lo veía como pareja, pero sus buenas cualidades y como persona me terminaron conquistando», confiesa Miriam. «Pese a las discusiones, siempre terminamos durmiendo juntos o almorzando juntos«.
El amor entre ellos floreció sin prisa, fortalecido por la confianza y el respeto mutuo. Fueron cinco años de pololeo antes de dar el gran paso al matrimonio. «Nunca planificamos casarnos tan pronto», dice Miriam, «pero siempre lo pasamos bien juntos, compartimos nuestras vidas sin apuros».
El 13 de febrero de aquel año se casaron por el civil, sin saber que al día siguiente se celebraba San Valentín. «Para nosotros esa fecha no tenía tanta importancia en ese tiempo», comenta Mario, «pero con los años se transformó en un símbolo de nuestro amor».
Ahora, ya jubilados, Mario y Miriam disfrutan sus días viajando con frecuencia a Caldera y Playa Rodillo, lugares cargados de recuerdos y testigos de los maravillosos años de amor que han construido juntos. En cada visita a Caldera, hacen una parada especial frente a la iglesia donde Miriam dio el tan ansiado «Sí», reviviendo aquel día que marcó el inicio de su vida compartida.
La boda religiosa se realizó en la iglesia San Vicente de Paul, en Caldera. Un evento que, lejos de ser planificado con gran anticipación, se vio acelerado por la llegada de algunos familiares desde lejos. «La iglesia estaba llena, hasta los bañistas que salían de la playa se quedaron a ver la ceremonia«, recuerda Miriam entre risas.
Los primeros años de matrimonio fueron una extensión natural de su vida en pareja: fiestas, bailes y fines de semana con amigos. «Éramos fiesteros», dice Mario. «Nos gustaba disfrutar la vida, salir y compartir con nuestra gente». Pero también supieron equilibrar la alegría con la responsabilidad, construyendo una vida juntos basada en el respeto y la confianza.
Con los años, han aprendido que la clave de una relación duradera radica en la fidelidad y la tolerancia. «Uno no puede dejar que pequeñas cosas lo separen», dice Miriam. «Siempre hemos confiado el uno en el otro y hemos respetado nuestros espacios». La pareja también enfrentó decisiones importantes, como la de no tener hijos, un tema que abordaron con madurez y sin remordimientos. «Siempre hemos estado rodeados de niños, entre sobrinos y mi trabajo en educación. Nunca sentimos que nos faltara algo», agrega.
Mónica Tapia, sobrina del matrimonio y quien vivió con la pareja más de dos años, compartió su experiencia con ellos: «Mis tíos son un ejemplo de pareja que ya no hay hoy en día. Nunca los vi pelear, nunca una mala cara. Creo que su relación se basa en el respeto, en la sinceridad y en compartir con la familia. Han logrado unir a todos, siempre han celebrado su aniversario rodeados de seres queridos, invitando a primos, padrinos y amigos. Es difícil encontrar matrimonios así hoy en día».
Por otro lado, Yenny Ortiz Rojas, otra sobrina del matrimonio, también compartió su visión: «La relación de mis tíos es un amor a la antigua, lleno de sacrificio, compromiso y valores. Mi tío Mario ni siquiera estaba bautizado antes de conocer a la tía Miriam, pero gracias a su amor, se acercó a Dios. Han construido una relación basada en la fe, superando obstáculos y manteniendo siempre su compromiso. Ellos nunca han dejado de lado a su familia y han sido un apoyo incondicional para todos».
Hoy, Mario y Miriam siguen celebrando su aniversario como lo han hecho desde siempre: con la familia y amigos, recordando aquellos primeros bailes en la plaza de Caldera y los veranos en la playa Rodillo. «La felicidad cuesta muy poco si sabes apreciar lo que tienes«, reflexiona Mario. «Nos conocemos bien, nos respetamos y seguimos disfrutando de la vida juntos».
El amor de Mario y Miriam es un testimonio de cómo las relaciones pueden evolucionar sin perder la esencia. Entre recuerdos, fiestas y mucha complicidad, han construido una historia de amor que desafía al tiempo.