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Pandemia complica la ayuda humanitaria en África subsahariana

En Camerún se suspendió una campaña de vacunación contra la poliomielitis. En Chad se pospuso la lucha contra el sarampión. En Níger y Burkina Faso, que sufren ataques de los grupos yihadistas, se cancelaron los vuelos de los trabajadores humanitarios.

La pandemia del nuevo coronavirus ha complicado aún más el trabajo de las oenegés que apoyan a poblaciones vulnerables en África subsahariana, donde, según la ONU, 76 millones de personas necesitan ayuda de las organizaciones humanitarias para vivir.

En Camerún, con un sistema de salud deficiente, se suspendió una campaña de vacunación contra la poliomielitis. En Chad se pospuso la lucha contra el sarampión. En Níger y Burkina Faso, que sufren ataques de los grupos yihadistas, se cancelaron los vuelos de los trabajadores humanitarios.

Y en la República Centroafricana, donde gran parte del territorio está dominado por los grupos armados, el cloro, necesario para abastecer de agua potable a los desplazados, se está agotando.

“Algunos programas se ralentizan o se suspendieron temporalmente, pero la mayoría de las operaciones humanitarias continúan”, declaró Julie Belanger, jefa de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (Ocha) para África occidental y central.

Lo hacen “concentrándose en las actividades esenciales para la supervivencia de estas poblaciones, pero también adaptando nuestra forma de trabajar, para proteger lo mejor posible a nuestros equipos y a nuestros beneficiarios”, añadió.

Para la distribución de ayuda alimentaria en Níger; por ejemplo, se acabaron los reagrupamientos de cientos de personas y el registro por huellas dactilares.

“Ahora se distribuye por pequeños grupos, respetando las medidas de distanciamiento y la protección de nuestros equipos. Para disminuir la frecuencia de las distribuciones, se da una sola vez el equivalente de dos o tres meses de ración», explicó Jean-Noel Gentile, uno de los responsables del Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Uno de los temores de los gobiernos africanos y las oenegés, algunos de los cuales viajan a las zonas más remotas, es que los trabajadores humanitarios propaguen el virus. En el este de la República Democrática del Congo (RDC), el primer caso registrado en Goma es un nigeriano que trabaja para una oenegé.

Para evitarlo, se necesitan mascarillas, guantes y trajes, pero “en Francia, ya es difícil, imaginen en la República Centroafricana», afirma Isabelle Robin, directora de operaciones para África central de Acción contra el Hambre (ACF).

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