Locales nocturnos de Copiapó subsisten en medio de la incertidumbre
El rebrote de COVID-19 ha obligado a endurecer las medidas sanitarias para prevenir nuevos focos de contagio en el país. A tres semanas desde el retorno de Atacama a fase dos, la vida social se ha resentido y el turismo disminuyó considerablemente en comparación a veranos anteriores.
Una de las áreas que más ha debido reinventarse en este nuevo contexto es la vida nocturna: los bares y pubs que antes congregaban gran cantidad de personas hoy funcionan a un cuarto de su capacidad, y el horario peak ha pasado de las diez de la noche a las siete de la tarde.
Desde los distintos locales nocturnos de la ciudad aseguran que el mayor problema del retorno a fase dos ha sido que se adelantara el toque de queda a las 22 horas, ya que se dificulta que los trabajadores que terminan su turno bien entrada la tarde acudan por un período de tiempo tan corto a estos locales, considerando además que deben cerrar aproximadamente una hora antes para limpiar y desinfectar el recinto.
Alex Ibacache, dueño de Tololo Pampa, un conocido restobar ubicado en Atacama 291, asegura que la gente se ha adaptado a los tiempos y ha tenido que salir a compartir antes, pero que de todas maneras el local se ha visto afectado por las nuevas restricciones: “La gente se tiene que ir más temprano y si salen tarde de la pega no es suficiente dos horas para salir a compartir. Cuando el toque de queda era a las once había una hora más, que en ese horario, de nueve a once, ayudaba bastante”.
Otro problema que comparten todos los locales de la Alameda es la cuarentena de fin de semana, que afecta un día clave para el negocio: “El día sábado era un día recreativo, para salir y darse una vuelta, ir a comerse una tabla o almorzar en otro lado. Hoy nos la estamos arreglando con delivery no más”, declara Ibacache.
Desde el bar Jacarandá también han debido recurrir al delivery para lograr netear la cuenta. “Hoy los inversionistas ni siquiera están pensando en ganar plata, sino en generar trabajo”, declara Fernando Navarro, administrador del local. “Estamos recién recuperando lo que se perdió con anterioridad, y algunos empresarios tienen la conciencia de que si no se mueve la economía esto se va a estancar más todavía”.
Tanto el bar Jacarandá como el restobar Tololo Pampa cuentan con terrazas que les ayudan a suplir parte del aforo que se pierde dentro del recinto. Otros locales no han tenido esa fortuna. Es el caso del pub La Torre y el clásico Bar Chicha, que debieron cerrar sus puertas una vez anunciado el retorno a fase dos.
Los administradores de los locales coinciden en que lo peor es la incertidumbre, la posibilidad de retornar a cuarentena y tener que cerrar definitivamente. “Ojalá hubieran más instancias de apoyo, porque hoy no son suficientes”, asegura Navarro. “Si mañana entramos en cuarentena quedaría mucha gente congelada. El sector Alameda es un universo grande de trabajadores que hoy pueden quedar sin trabajo si retrocedemos a fase uno”.
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