Junji Atacama conmemora el Día de la Técnico en Educación Parvularia (Parte I)
A 50 años del nacimiento de la institución reconocen el trascendental aporte que las técnico realizan con una energía que se renueva día a día y con insustituible vocación por el desarrollo integral de cada niño. Ellas son capaces de asumir cada reto que exige la educación del siglo XXI.
Desde los orígenes de los jardines infantiles de iniciativa pública en Chile, se puede reconocer una estructura de funcionamiento esencial, conformada por niñas y niños junto a sus familias, las educadoras de párvulos, las manipuladoras de alimentos y las técnicas en educación parvularia, quienes son los agentes históricos clave para comprender la evolución de este nivel educativo en el país.
Antes del surgimiento de la Junta Nacional de Jardines Infantiles, existieron distintas entidades que desarrollaron asistencia social y educacional para la infancia. En 1948 se crea la Fundación de Viviendas de Emergencia, que posteriormente adquiere el nombre de Fundación de Viviendas y Asistencia Social hasta que es absorbida por la Corporación de Servicios Habitacionales (Corhabit) en 1966, cuando dicha empresa estatal autónoma logró tener 21 centros educativos de Coquimbo a Chiloé, atendiendo a 1.628 niños, siendo una primigenia red de atención del nivel parvulario.
La explosión demográfica del siglo XX y la exigencia sostenida por la vivienda social en Chile, impulsaron el desarrollo de barrios para la población obrera que exigió una respuesta estatal para la protección de sus hijos. Es por ello, que las mujeres trabajadoras tuvieron un importantísimo rol en el desarrollo de los jardines infantiles de iniciativa pública, espacios que históricamente han contado con la participación de las familias y la comunidad.
Para 1960, la formación profesional en este ámbito estaba dada por la Universidad de Chile en sus sedes regionales y algunos campus de la Universidad Católica, en distintas ciudades del país. Sin embargo, el crecimiento de la conformación de jardines infantiles demandaba el egreso de más educadoras pedagógicas para el desarrollo curricular de la primera infancia.
Muchos de los establecimientos surgidos a finales de 1960 y comienzos de 1970, contaban con educadoras de párvulos que transitaban en distintos lugares, entregando el acompañamiento profesional a auxiliares de párvulos, quienes se encargaban de desarrollar la jornada diaria con las niñas y niños.
La incipiente formación de técnicas en educación parvularia en el país estaba dada por la instrucción polivalente de los liceos secundarios o las escuelas vocacionales para mujeres, alcanzando niveles de cobertura mínimos para las necesidades del período. Es por ello, que muchas de las que participaban voluntariamente en la educación de sus hijos en los jardines infantiles, se transformaron en auxiliares de párvulos, trabajando colaborativamente con las profesionales que asumían la dirección de los centros parvularios.
Con el surgimiento de la ley de jardines infantiles en 1970 que funda esta repartición, el crecimiento de centros de atención infantil fue exponencial. Para diciembre de 1973, se atendían 50.000 niños en 400 establecimientos en todas las provincias del país (actuales regiones). Este avance posibilita que, en 1976, por medio de un decreto supremo, se reconozca al estamento técnico, instituyéndose cada 26 de agosto como el día de la Técnico en Párvulos.
En 1975 y con sólo 27 años, la funcionaria Julia Muñoz Pérez fue contratada a través de los planes de empleo mínimo (PEM) para desempeñarse en el extinto jardín Campanitas de Copiapó. “Cursé mis estudios de técnico en párvulos en la Escuela Técnica Superior en La Serena. En Coquimbo, mi hermana Amanda Muñoz Pérez, era la educadora encargada del jardín JUNJI `Pinpón´, en este lugar y siendo muy joven encontré mi vocación por la infancia, ya que mi hermana me permitía colaborar en la atención de párvulos, por lo que este jardín fue un verdadero centro de práctica. Ya cuando comencé a trabajar, esta experiencia me permitió enfrentar el trabajo con más herramientas, pues los jardines en donde comencé estaban a cargo de técnicos, responsables de todo su funcionamiento”.
Esta vocación compartida con su hermana Amanda Muñoz, destacada profesional que por largo tiempo fue la directora del jardín infantil Amanecer en Copiapó, le posibilita a Julia Muñoz abrazar una extensa trayectoria de 55 años de servicio, siendo parte de los equipos pedagógicos de los jardines: Lucerito, Piolín, Amanecer y Girasol. Además, prestó apoyo en los jardines alternativos de Copiapó y hoy se desempeña como secretaria administrativa del Subdepartamento de Calidad Educativa.
Julia rememora que en los primeros años de la JUNJI existía mucha preocupación por la salud de los niños, ya que las condiciones sanitarias y sociales de la niñez en ese entonces eran muy diferentes a las de ahora. “Existía una permanente preocupación por los párvulos en condición diastrófica. Se realizada un control de peso mensual, ya que la desnutrición era un grave problema que afectaba a los niños, que en muchos casos sólo recibían alimentación en el jardín”.
Julia relata que esta preocupación incluía el cuidado de enfermedades transmisibles como la pediculosis, siendo las agentes educativas las responsables de la atención médica de las niñas y niños. “Las familias eran muy respetuosas de nuestro trabajo y del aporte que entregaba la educación parvularia para sus hijos. En ese tiempo, la tecnología no estaba tan avanzada como ahora, por lo que los párvulos se divertían jugando en base a sus realidades cotidianas, evocando quehaceres domésticos”.
En esos años, no llegaba el material didáctico que hoy se tienen en los jardines. Los equipos tenían la responsabilidad de fabricarlos con medios escasos, en donde servía todo: un cartón, tapas de botellas, trozos de madera hasta papel de diario. Cuando algún papá hacía llegar un mobiliario, una silla o una mesa, era una gran satisfacción para el equipo.
En cuanto a la implementación curricular, Julia comenta que la jornada diaria era muy estructurada y con tiempos claramente establecidos. “En este tiempo, el rol del adulto educador era preponderante, los niños eran preparados para la escuela a través de cuadernos de apresto, en donde se utilizaban plantillas que calcábamos a mano diariamente. Pero también había espacio para salir con ellos. Cuando trabajé en el Amanecer, no existían las poblaciones que hoy están hacia el cerro, por lo que salíamos a menudo”.
Teniendo en cuenta los cambios que han afectado a los jardines infantiles, hoy, se educa considerando las necesidades y preferencias de los niños. Este año, Julia Muñoz se acoge a retiro, con mucha satisfacción por haber estado toda una vida al servicio de la educación inicial.
“Me retiro feliz y muy orgullosa de haber ejercido mi profesión de técnico y haberme desarrollado en la institución, la que me permitió hacer una carrera tan extensa y que evidencio en los encuentros casuales que he tenido en la calle, con párvulos que me dicen: usted fue mi tía en el jardín y me recuerdan con mucho cariño, el mismo que sentí por cada niño y niña que tuve en sala”, comenta.
Foto: Junji