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EDUCACIÓN NO SEXISTA: UNA VÍA PARA ERRADICAR LOS SESGOS DE GÉNERO EN LA POLÍTICA

POR MIRIAM LORENA HENRÍQUEZ VIÑAS,
PROFESORA DE DERECHO CONSTITUCIONAL.-

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Por estos días muchas mujeres han asumido el desafío de presentar sus candidaturas a la Convención Constitucional. Sin dudas hay mujeres con trayectoria y capacidades sobradas para participar de esto proceso histórico y ser así la mitad de los convencionales que acordarán y escribirán los contenidos de la futura Constitución. Sin embargo, no todas tuvieron el camino allanado para tomar libremente esta decisión.

Muchas cuentan con el apoyo de sus partidos y de sus adherentes para emprender esta gesta; pero otras tantas se enfrentan a innumerables obstáculos, que no son propios sino culturales. Algunas mujeres desistieron de asumir esta función porque se sienten responsables de los cuidados de sus familias a quienes no pueden “abandonar” o trasladar para acometer esta tarea que llevará 12 meses; otras no se sintieron lo suficientemente preparadas para este rol; o no contaron con un decidido apoyo en los partidos en que militan o en las organizaciones a las que pertenecen.

Así las cosas, no son sus méritos sino el sesgo de género el que las hace cuidadoras, víctimas del “síndrome del impostor” y minusvaloradas en la política. Estas situaciones truncan o dificultan tomar decisiones de esta envergadura, afectando la igual participación de las mujeres en procesos políticos tan relevantes como el que estamos transitando. Como ejemplo, solo 1/3 de las precandidaturas independientes que se registraron en la plataforma del Servicio Electoral por la región de Atacama correspondían a mujeres.

¿Cómo resolver este problema? ¿Cómo superar los estereotipos y las jerarquías de género? Un medio indispensable para erradicar los sesgos de género y alcanzar la igualdad real es la educación no sexista, que se basa en el principio de no discriminación y que obliga al Estado a organizar todo el aparato para garantizar que la educación no establezca distinciones con base en el sexo, otras identidades de género y orientaciones sexuales.

Un Estado comprometido con los derechos humanos y con la igualdad de género debe reconocer el rol protagónico que tiene la educación en la formación de una sociedad de personas libres e iguales en derechos. Ello es imprescindible para el desarrollo sostenible. En tal sentido, el Estado debe asegurar el igual acceso a todas las personas a los distintos niveles de educación y que la formación se oriente al pleno desarrollo de la personalidad y al respeto de los derechos fundamentales. Con respecto al acceso igualitario, si bien Chile ha avanzado en equiparar el acceso en todos los niveles de enseñanza, la segregación por género, identidad u orientación, persiste, por ejemplo, en las trayectorias educativas, en las orientaciones profesionales, en el acceso a becas y programas de educación continua. En relación con la formación, ésta debe orientarse a superar los estereotipos de género para que todos sean educados y educadas en un ambiente libre de discriminación y violencia.

Una educación no sexista y no discriminatoria sin dudas incidirá en la igualdad real de las personas en todos los ámbitos y, en particular, en la participación de las mujeres en la política. Debemos trabajar para que estos asuntos resulten consignados entre los principios, valores, derechos, garantías e instituciones que organicen la nueva Carta Fundamental actualmente en gestación.

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