De asentamiento precolombino a capital de Atacama: la historia de copiapó tras 278 años de existencia
La historia de la capital de la Región de Atacama se remonta al siglo XVIII, cuando el gobernador José Manso de Velasco, mandató a Francisco Cortés y Cartabio para que fundara Copiapó un 8 de diciembre de 1744. A la ciudad se le designó con el nombre de San Francisco de Copiapó de la Selva.
Posteriormente a mediados del siglo XIX, con el descubrimiento de los minerales de plata de Chañarcillo y Tres Puntas, fue cuando Copiapó alcanzó un espectacular desarrollo urbano y arquitectónico, convirtiéndose en la capital minera de Chile y en la primera ciudad del país en contar con un ferrocarril.
Pero la historia va más atrás, de hecho, la zona de Copiapó y su valle es considerada como uno de los asentamientos humanos más antiguos del país. Copiapó o Copayapu era un asentamiento prehispánico milenario que fue dominado por los incas poco antes de la llegada de los españoles. Por estos parajes pasó la expedición de Diego de Almagro y años después, por ser este el primer territorio habitado de la conquista a él confiada, Pedro de Valdivia tomó posesión del valle en nombre del rey de España. El año 1549, después de una rebelión indígena, donde fue ahorcado Juan Bohón, encomendero del «valle de la posesión», como le llamó Valdivia, los españoles enviaron una expedición a cargo del capitán Francisco de Aguirre, quien además de pacificar la región, heredó la encomienda del malogrado Bohón.
Desde entonces Copiapó se mantuvo como un lugar central pues marcaba el dominio español en el norte de Chile y era paradero obligado en la ruta hacia Perú. La actividad minera y agrícola del valle, además de la ubicación de Copiapó como un importante lugar de descanso y aprovisionamiento, permitió el establecimiento de los conventos de San Francisco y de la Merced, como también de un colegio de la Compañía de Jesús, todos fundados antes de que el poblado fuese erigido oficialmente como villa. En torno de ellos se fue instalando paulatinamente una población más estable que se dedicaba tanto a la minería como a la agricultura. En este contexto, en 1742, el gobernador del reino, José Antonio Manso de Velasco, decidido a hacer realidad la cédula borbónica dictada en 1703 que obligaba a los españoles diseminados en los campos a vivir en ciudades, fundó oficialmente la villa con el nombre de San Francisco de la Selva de Copiapó. Para ello aplicó, a un poblado preexistente, el modelo de ciudad en damero prescrito por las leyes de indias.
No obstante, fue a mediados del siglo XIX, con el descubrimiento de los minerales de plata de Chañarcillo y Tres Puntas, cuando Copiapó alcanzó un espectacular desarrollo urbano y arquitectónico, convirtiéndose en la capital minera de Chile y en la primera ciudad del país en contar con un ferrocarril. Desde entonces, Copiapó adquirió fama por la riqueza de sus minerales. Sus recursos naturales atrajeron a incipientes empresarios metalúrgicos, improvisados proveedores y audaces exportadores que consolidaron un oasis en medio del desierto. Cuna de célebres caudillos políticos como Pedro León Gallo y Manuel Antonio Matta y esforzados trabajadores, Copiapó adquirió un rol protagónico en las revoluciones de la década de 1850 y en el origen y fundación del partido radical chileno. Cuenta la historia que silbaban balas de plata en la batalla de los Loros, donde, producto del amplio desarrollo económico alcanzado, se enfrentaron los copiapinos con el poder central radicado en Santiago.
En las últimas décadas del siglo XIX, con la decadencia del ciclo minero de Copiapó y la atracción ejercida por Santiago y las regiones salitreras, se inició un período de menor desarrollo urbano lo cual se reflejó en el descenso demográfico de la ciudad. No obstante, a mediados del siglo XX, con el establecimiento de la fundición Paipote y la renovación de la pequeña minería, se reactivó la economía y Copiapó entró en un proceso de desarrollo urbano sostenido, alcanzando más de cuarenta mil habitantes en 1970 y prácticamente los setenta mil en 1982. En las últimas décadas, producto del gran crecimiento alcanzado por las plantaciones de uvas de exportación, la ciudad ha consolidado su desarrollo y el paisaje del valle se ha transformado, de un arenal desértico a un hermoso y continuo parronal, cuyo verde contrasta con la aridez circundante.
COPIAPÓ PREHISPÁNICO
Erróneamente muchos historiadores han traducido Copayapu como “Copa de oro”, mezclando palabras de los idiomas español y quechua. También otros lo han traducido como “sementera de turquesas”, esta última traducción es la más acercada a la de “Vega verde” o solamente “Vegas”, característica principal de su hábitat en el Valle de Copiapó, donde predominaba una gran vega, estando sus asentamientos en la ribera norte del rio homónimo. La Cultura Copayapu es un grupo prehispánico que habitó en la Región de Atacama, durante el denominado período Intermedio Tardío entre el 1000 y el 1400 DC, cuando se fusionan con las poblaciones de Indios Huascos y changos siendo denominados todos esos pueblos como diaguitas sometidos a los incas, quienes a su vez someten el territorio a esta cultura.
ANEXAMIENTO AL TAHUANTINSUYO
A partir del año 1470 DC aproximadamente la cultura Copayapu es anexada al Tahuantinsuyo, pasando a formar parte del Imperio Incaico. Grupos de mitimaes son trasladados desde los valles del Elqui y Huasco hacia sectores medio y alto de la cuenca de Copiapó, y se incorpora el culto a las huacas y al Sol, costumbres típicas del incanato.
El sistema incaico habría penetrado desde las cimas de la cordillera de los Andes hasta el borde costero, y se tiene registro de al menos 50 establecimientos tales como cementerios, pucaras, centros administrativos, tambos o poblados, puestos de control, paraderos de caza, redes viales, arte rupestre, adoratorios, yacimientos mineros, centros metalúrgicos y observatorios astronómicos. Sin embargo, la cultura Copiapó ya era muy fuerte desde al menos el año 1200DC, gracias a una interacción multiétnica donde convergían grupos del Noroeste Argentino, centro norte Chileno y sur de Bolivia. En ese entonces el grupo ya se caracterizaba por ser una sociedad agropastoril, con poblados aglutinados, pucaras, corrales, campos de cultivo, manejo eficiente de la lítica, metalurgia y trabajo en madera, además de la alfarería Negro sobre Rojo o Ante, o Diaguita-Inca.
DESPUÉS DE LOS ESPAÑOLES
La ciudad fue fundada oficialmente el 8 de diciembre de 1744 por el gobernador José Manso de Velasco, bajo la designación de San Francisco de la Selva de Copiapó. Al respecto decir que el año 2012, en la revista del Museo Regional de Atacama, Guillermo Cortés Lutz (doctor en Historia), en su estudio Post doctoral, expuso que el nombre original para la fundación fue San Francisco de Copiapó de la Selva, aunque Copiapó o Copayapu tiene su origen antes de la llegada de los españoles, cuando formaba parte del imperio inca.
Entre estas épocas de bonanza, se destaca la que estuvo asociada al descubrimiento y explotación del mineral de plata de Chañarcillo, ubicado algunos kilómetros al sur de la Ciudad, por parte de Juan Godoy en 1832, y al posterior descubrimiento del mineral de Tres Puntas en 1848. Ambos descubrimientos, posibilitaron un rápido desarrollo de la zona, dejando así a la ciudad como una de las más importantes de la región. Muestra de ello es la creación en 1843 de la provincia de Atacama, separándose así la zona de la provincia de Coquimbo, y estableciéndose Copiapó como capital provincial. En ese mismo año adquiere el título de ciudad.
Copiapó comienza nuevamente un período de desarrollo aunque lento y sin el esplendor de la época «plateada» de Chañarcillo, pero que le permite sobrevivir y consolidarse como ciudad hacia la década de 1940 gracias a la reactivación de la economía, originada en la explotación de minerales para ser exportados a Estados Unidos en plena II Guerra Mundial. Luego de ese período se produjo una baja en el precio de los minerales pero afortunadamente no alcanzando los niveles previos a 1930, pese a ello Copiapó pudo tener un crecimiento sostenido que se mantiene hasta el día de hoy, volviendo a aumentar así la población y afianzando a la ciudad como un centro importante dentro del norte del país. El desarrollo minero muestra nuevos bríos destacándose, entre otros, el yacimiento y fundición de Potrerillos en 1927, la fundición Paipote en 1953 y el yacimiento de El Salvador en 1959. También se comienza a desarrollar a partir de la década de 1970, especialmente en su segunda mitad, el área agroindustrial, dado que se facilitó el desarrollo técnico de la agricultura, permitiendo la introducción del riego por goteo. Esto ha logrado que, una de las zonas más áridas del mundo, sea hoy una de las principales productoras de uva de mesa del mundo.
En 1976, por el proceso de regionalización impulsado por la dictadura del general Augusto Pinochet, se crea la III Región de Atacama, quedando Copiapó como Capital Regional. Durante este gobierno la ciudad recibió un fuerte impulso en su urbanización ya que se pavimentaron casi todas las calles de la ciudad además de construirse un moderno edificio para la Intendencia y se creó la primera biblioteca pública de la ciudad en 1983, esto es curioso porque los ricos magnates de la minería copiapina del siglo XIX tenían fabulosas colecciones privadas traídas directamente de Europa y Estados Unidos pero no las compartieron con la comunidad local, y las colecciones se fueron perdiendo con el tiempo. Excepción de lo anterior, fue la enorme biblioteca del acaudalado empresario minero y hombre público, Felipe Santiago Matta, quien legó la suya al primer Liceo de Hombres creado en la ciudad. Actualmente es parte de la colección Bibliográfica del Museo Regional de Atacama.
En 1978 comenzó la denominada revolución verde, con el cultivo a gran escala de uva de mesa en el Valle de Copiapó, propiciando una etapa de gran auge económico para la zona, que dejó de depender de los vaivenes del precio de los minerales. Es destacable que a partir de 1990 las autoridades mantuvieran el impulso productivo a nuevas áreas de la economía que había dado el régimen saliente. A partir de la segunda mitad de la década de 1990 ya se comenzara a vislumbrar en Copiapó el desarrollo del sector frutícola.
Se dice que gracias a la uva, Copiapó ha comenzado ser ciudad pues ha dejado de depender únicamente de la minería. Antes toda su actividad giraba en torno a la minería y no eran pocos quienes la consideraban solo como «un campamento minero con muchos autos» donde la población disminuía automáticamente si bajaba el precio de los minerales y aumentaba si ocurría lo contrario, ello además se reflejaba en la estética de la ciudad, donde los habitantes no manifestaban mayor preocupación por el estilo arquitectónico de sus viviendas o, algo más simple, como la mantención adecuada de estas, por considerarse buena parte de sus habitantes como de paso en la capital atacameña. A partir de la década de 1980 esto ha comenzado a cambiar con la llegada de profesionales desde otras partes tanto de Chile como del extranjero, o de muchos copiapinos que han emigrado para estudiar y han regresado a su tierra para mejorarla. A ello hay que agregar que la creación de la Universidad de Atacama en 1981 ha permitido que año a año llegue a la ciudad un número importante de jóvenes universitarios desde todo Chile que ha permitido contrarrestar la emigración de los jóvenes desde Copiapó hacia otros puntos del país que fue tan característica durante más de un siglo.
Además de la minería y la uva, ha comenzado en los últimos años el cultivo de olivos y la producción de aceite de oliva. También ha tenido un fuerte auge el turismo, especialmente el de aventura, orientado hacia un público más exigente y con poder adquisitivo (desierto de Atacama, volcán Ojos del Salado, etc).
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