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CHAÑARAL DE LAS ANÍMAS

Pablo del Valle.

Tuve la dicha de vivir en Chañaral en la década de los años sesenta, cuando ágilmente subíamos al trote hasta la hermosa Gruta de la Virgen, que para algunos cuida, para otros vigila el añorado puerto de Chañaral. Desde allí en las noches sin luna o con luna nueva, mirábamos en lontananza el mar que tranquilo nos baña, a veces se pone bravo, pero es nuestro mar. En esa inmensidad de agua de repente aparecían pequeñas luces que luego se perdían para reaparecer de nuevo y saber que en cada una de esas luces había un bote de pescadores que tiraban sus espineles o sus redes, pero, era mágico desde nuestro lugar en la Gruta.

Uno de los paseos obligados era visitar los cerros, algunos llevaron tramperos para cazar come tocinos o yales, otros para disfrutar de la brisa y hubo muchos paseos de alumnos de la Consolidada que fueron acompañados del profesor para conocer de la flora, y cortar los lirios de bellos colores, conocer la fauna en ocasiones sorprenderse con el llamado de insectos, como las cigarras y, para encantarse desde esas alturas. Subir cantando o sencillamente riéndose de los que tuvieron la mala suerte de caerse. Cuidando el cocaví, el agua, las frutas que eran tan necesarias.

Otra de las salidas era entrar por la quebrada de Conchuelas, llegar hasta lo que llamamos la mina el sapolío y llenar bolsos con esas arenas que se usaron para lavar cubiertos, platos y sacar brillo a los artículos de metal. Descubrir un muy viejo cementerio y contarnos historias que superaron lo imaginable.

Y grupos se reunían en los bancos de la Plaza para escuchar canciones, para conversar, y lo más importante para crear cosas nuevas, no deseo recordar nombres, solo hechos que marcaron la vida de ese puerto que hoy sufre el dolor de un rudo golpe de la naturaleza que arrastro y pulió en su tránsito, piedras milenarias traídas desde la cordillera quedando algunas de Pueblo Hundido (Diego de Almagro) otras en El Salado y las más en la embancada playa de Chañaral.

En esas conversaciones nocturnas aparece la idea de las carreras de motos (motonetas), fijar un circuito, hablar con los Carabineros y cerrar la calle Merino Jarpa, por ser allí la gran recta donde ubicábamos partida y meta. Los mayores como yo, pueden recordar la figura de un joven cura español, el mismo que atrajo hasta la Iglesia de la Plaza a muchas feligresas, especialmente las jóvenes, el mismo cura, Antonio,  que andaba en motoneta, con quien compartimos cigarros americanos que le regalaban las devotas de Barquito, el mismo cura que en la plazuela tenían su alojamiento y con quien aprendí a tomar un delicioso coñac que le enviaba su madre desde España. El mismo cura que rodó en la esquina de la calle Los Baños y quedó lleno de rasguños que eran sanados en el Hospital, que ya no está.

Allí en esa plaza de Armas, donde el sábado se hacía la trilla, escuchando canciones de Sandro, de Cecilia, del Pollo Fuentes, quien tenía un tío en el puerto, allí en esas largas conversaciones alguna vez nace la idea de crear un Circo y fueron agrupándose ciclistas, malabaristas, payasos, domadores, estaba el señor Corales y la pista fue montada en el Estadio de Basquetbol, vecino a la Pérgola donde estaban los camarines. Y llego la gente y se llenó el lugar y fue una noche maravillosa para todos.

El Circo Chamorro, la alegría de los chañaralinos, con burros disfrazados de leones. Los jóvenes de hoy ya no son creadores, no se reúnen en la plaza para crear y fabricar alegrías.

Y alguna vez el puerto tuvo una Radio Emisora, la Radio Juvenil de Chañaral, que era el centro de encuentros, donde todos los días se celebraron los cumpleaños de los vecinos que solicitaban canciones, generalmente mejicanas como el famoso Corre, Corre Camioncito.

En la mañana acompañando a las dueñas de casa con datos para la mejor cocina, con recetas dadas por el encargado del aseo del lugar, ¿qué pueden cocinar nuestras auditoras hoy, Carlitos?

Y la respuesta rápida de Carlitos. __ Arroz con pescado.

Y a la mañana siguiente Samuel el locutor preguntaba; ¿qué pueden cocinar nuestras auditoras hoy, Carlitos?

Y la respuesta era; __ Pescado con arroz.

Así pasaban las horas de la mañana hasta que a las 13:00 horas estaban las Noticias y a partir de las 14:00 la novela de Arturo Moya Grau que todos escuchaban en Chañaral.

Luego aparecía Tardes en Casa, hasta las 17:00 y más tarde Ronda de Niños, donde quienes hoy son orgullosas abuelas, se sentaron en la falda del locutor de turno para recitar, cantar o sencillamente conversar.

A las 21:00 Reportajes a la Actualidad y a las 21:30, Los Tangos de Gera y cerca de las 23:00 cerrar las emisiones.

Una muy sana entretención, ir al Cine, y durante la semana la misma película que partía a las 21:30, allí nos emocionamos con; Un Hombre y una Mujer, la primera y segunda vez, pero ya para el viernes nos sabíamos hasta lo que diría el galán al cierre. Vimos siete veces Música y Lágrimas, pero era nuestro cine y hoy sus puertas están herméticamente cerradas.

Que nos queda de los días que vivimos en Chañaral, solo esos recuerdos, como el asistir en noviembre al Mes de María, pocas oraciones por parte de los jóvenes, pero sí muchas e insistentes miradas, para poder dar luego una vuelta por la plaza y acompañar a la hermosa dama que nos quitaba el sueño.

Cierto es que hoy todo ha cambiado y es el dolor, la pena, la que habita en el puerto encantador, y puedo pensar que hasta la Virgen de la Gruta tiene cerrados sus ojos para no ver este Chañaral al que tantas cosas le faltan.

 

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