Así vivimos las horas más concurridas del toque de queda

La noche del viernes varios medios de comunicación fueron invitados a recorrer los puntos de control más transitados por infractores del artículo 318 del Código Procesal Penal.

(Por Frenny Kelly Granado). Estuvimos desde las 22:00 hasta las 00:30 horas, aproximadamente, y en ese tiempo no vimos nada ilegal, más que escasas personas desplazándose en vehiculos que eran ordenados a detenerse sin clemencia. Salvoconducto, pedían los funcionarios a los conductores. Afortunadamente todos presentaban el permiso que los eximia de culpa por irrespetar el toque de queda y a su vez, violar el artículo 318 del Código Procesal Penal; el que se refiere a la seguridad de la salud pública.

El Diario Chañarcillo fue uno de los pocos medios de comunicación invitados a la ronda nocturna del viernes, la cual constó de cinco puntos de control (checkpoint, como le dicen ellos en inglés) que fueron distribuidos por el eje de la avenida Henríquez, desde El Palomar hasta la avenida Circunvalación de Copiapó, según me informó el coronel Patricio García Torres, comandante del Regimiento de Infantería N° 23 de Copiapó.

Pero nosotros nos fuimos con el único equipo que estaba fuera de ese rango: sector Balmaceda Norte; específicamente en el cruce de la avenida Los Loros con Coco-Colo. Uniformados con un casco de combate nos instruyeron viajar con los ocho funcionarios que iban en la parte de etrás del camión militar del Ejército. Por suerte, el crimen en esta ciudad todavía no obliga a los miembros de la prensa a vestirse con chalecos antibalas para asistir a estos operativos. Ni siquiera los soldados llevaban uno, pero sí iban armados con sus fusiles de asalto.

Todos los militares que nos escoltaban eran jóvenes y la mayoría de otras regiones del país; estaban bajo el mando del mayor Juan Riquelme Riveros, comandante de la Unidad de Combate de Orden Público de la Jefatura de la Defensa Nacional de Atacama, pero junto a ellos figuraban los detectives de la Policía de Investigaciones (PDI) que, como ocurre periódicamente, fueron convocados a trabajar en conjunto para velar por el cumplimiento del toque de queda en los sitios más transitados del municipio.

Llegamos al punto acordado y cada quien sabía lo que tenía que hacer, hasta nosotros. Una patrulla de la PDI cortó el tráfico de la calle Colo-Colo, mientras los funcionarios se instalaban de dos en dos en los respectivos cruces. A cada miembro de la policía lo respaldaba uno del Ejército y así coordinaron el trabajo. Los primeros en recibir la orden de detenerse para mostrar la documentación fueron los conductores que justamente pasaban en el sitio cuando se instaló el punto de control. Todos presentaron lo que les pedían.

Sin embargo, hubo personas que solo mostraron la cédula y argumentaron vivir cerca para seguir su curso; claro, se les permitió porque era la primera vez que caían en estos procedimientos y pudieron demostrar su coartada. Es probable que la hora «peck» los haya pillado antes de llegar a casa. En todo caso se fueron con la advertencia que de que no correrían con la misma suerte la próxima vez.

Así lo dejó claro Riquelme Riveros cuando mencionó que «se debe fiscalizar a todas las personas», pero aquellos que infrinjan el artículo 318 por primera vez continúan hacia su domicilio y los que son reincidentes son pasados a control de detención conforme lo establece el Ministerio Público». Yo le pregunté cómo verifican que un individuo ha violado la Ley varias veces, y me dijo que «existe un procedimiento de control por parte de las policías y nuestras bases de datos».

Para ello es que el trabajo es coordinado, ya que el Ejército por sí solo no puede detener a una persona en estos operativos, de acuerdo con lo que me explicó el coronel García Torres. Ellos confirman la infracción y, por lo menos el viernes, avisaban a la PDI para que fueran sus funcionarios quienes practicarán la detección según el delito, considerando que a esa hora de la noche el irrespeto al toque de queda que agrava con la conducción en estado de ebriedad, reincidencia y otros flagelos.

El prefecto Provincial de la PDI, Claudio Idalgo Prieto, acotó que cuando no están en operativos conjuntos los militares llaman a la institución que él dirige para que se le notifique al infractor que quedará aprehendido como lo establece el artículo 26 del Código Procesal Penal y que, cuando se trate de incumplimiento a las medidas sanitarias, no es necesario la autorización del fiscal, dado que el Ministerio Público ya instruyó el pase a control de detención en estos casos.

A mi juicio, la flexibilidad con los infractores queda a criterio del funcionario que los sorprenda, porque; por ejemplo, el teniente Fernando Laureani, de Educación del Regimiento, es intolerante. Al menos, eso es lo que me dio a entender cuando le pregunté por esto y me dijo que «la verdad es que no, porque durante los primeros 100 días de la pandemia hubo una cierta flexibilidad en la cual se educó a la gente que existía un toque de queda dispuesto por la Jefatura de Defensa Nacional de Atacama en apoyo a la autoridad sanitaria para salvaguardar su vida y que no se siguiera propagando el virus y así tomaran conciencia de la gravedad».

Y parece que la estrategia ha tenido un buen efecto porque, a pesar de que siempre quedan rezagados que infringen la norma, todos los funcionarios coinciden en que -con el pasar de los días- la ciudadanía ha dejado de circular en el horario restringido y los que todavía siguen en la calle después de las 22:00 horas, llevan un salvoconducto que los respalda. En todo caso, los funcionarios ya tienen analizados los sitios y horarios en que un mayor número de personas se arriesga a desafiarlos saliendo a las calles pese al toque de queda. 

Laureani me comentó que «desde que nosotros estamos patrullando ha disminuído la afluencia de público prácticamente a partir de la media noche hasta las 5:00 de la mañana y las pocas personas que quedan en la calle lo hacen con su salvoconducto al día; la mayor cantidad de gente que se ve circulando en el toque de queda sin salvoconducto se ve, aproximadamente, de las 22:00 a las 23:30 horas».

Esto me generó la duda si era en ese horario en el que ocurría el mayor número de detenciones y él me confirmó que sí, pero que muchas veces son personas que «no toman las previsiones del caso, salen a las 21:50 hacia su casa pensando que van a llegar y nosotros a la 22:00 ya estamos desplegados», de modo que «todo el personal que circule después de esa hora sin su salvoconducto, tal como lo indica la norma, es controlado por las Fuerzas Armadas y, por infringir el artículo 318 del Código Procesal Penal, queda a disposición de las policías y, de acuerdo a lo que disponga el fiscal de turno, se determina si queda apercibido en el lugar; es decir, detenido y liberado posteriormente o, en el caso de ser reincidente, pasa a control de detención».

Nosotros nos fuimos del punto que probablemente tuvo la mayor acción de la noche; la gobernadora Paulina Bassaure, el comandante del Regimiento y el prefecto de la PDI, iban al de El Palomar y mi fotógrafo creyó que sería bueno acompañarlos, así que nos embarcamos con ellos y dejamos solos a los uniformados castrenses y el equipo de la Policía de Investigaciones que controlaba a las personas que trataban de escabullirse por las avenidas menos concurridas sin sospechar que ahí había un «checkpoint». Por lo general «en el sector de Copayapu y Los Carreras la gente va con sus salvoconductos porque son avenidas más transitadas; ya en este sector como Colo-Colo, El Palomar, que son más residenciales, la mayoría de confía y va sin permiso».

Pero en El Palomar todo pintó mejor, los pocos conductores que transitaban por la avenida Henríquez ya habían pasado cuatro puntos de control previos y los que iban por la avenida El Palomar presentaban su autorización nocturna. Esto avaló la teoría del prefecto Idalgo Prieto sobre el hecho de que las personas «cada vez toman más conciencia (…) las primeras semanas veníamos mucha gente transitando en horas de la noche y en estos momentos nos damos cuenta que ha disminuído mucho la movilización».

El coronel Patricio García Torres tiene una percepción similar respecto a que «hay una leve tendencia a la baja», a pesar de que en «la semana la mayor cantidad de personas que circula tiene su salvoconducto y generalmente son por razones laborales», contrario a lo que ocurre «los fines de semana cuando tiende  a subir la cantidad de detenidos en relación a las fiscalizaciones por quienes insisten en tener reuniones sociales y fiestas».

En todo caso, el llamado sigue siendo el mismo que hace 100 días, cuando comenzó el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe y la gobernadora Paulina Bassaure lo recordó al momento que dijo que todas las personas tienen que «respetar las medidas que han sido señaladas por la autoridad para dar continuidad en el resguardo de la comunidad»; su interés es que la ciudadanía participe «en el accionar establecido para mantener la curva de contagio lo más plana posible en la Provincia de Copiapó».

En ese sentido, las labores de control que se activan confirme las orientaciones que entrega el escalafón superior en diferentes semanas, seguirán con el objetivo de fiscalizar a los individuos que trasngredan el toque de queda y con esa sensación nos fuimos. Con la idea de que las personas han entendido, de a poco, que sólo dependerá de su obediencia la evolución favorable de esta situación.

Fotos: Juan Carlos Moreau