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Natalia Riffo, directora nacional del SENDA: “Necesitamos de todas las instituciones de la región para este plan de prevención contra las drogas”

* La reducción de riesgos, los índices de prevalencia del consumo de alcohol en Atacama y un nuevo plan nacional de prevención. En conversación con Diario Chañarcillo, la máxima autoridad del Senda adelantó el trabajo de la institución en la región.

 

Este viernes, la directora nacional del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), Natalia Riffo, visitó Atacama para inaugurar el Comité Regional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Alcohol y Drogas.

“Todo consumo bajo los 18 años es de riesgo y es importante dejarlo claro”, fue uno de los énfasis que la máxima autoridad del Senda entregó.

La instancia intersectorial buscaría ser un aporte para el Plan de Acción 2024 – 2030 de la Estrategia Nacional de Drogas de la institución. En este marco, la autoridad adelantó a Diario Chañarcillo los alcances que tendrá esta política, que pretende avanzar en una estrategia conjunta con la ciudadanía para reconocer que el consumo de drogas es un fenómeno multicausal que requiere de un abordaje desde distintas instituciones del Estado.

 

La instancia local

¿Cuál es el trabajo en concreto que tendrá este Comité? ¿En qué se materializa el trabajo de prevención en Atacama?

Es importante contextualizar que esto se hace en el contexto de fortalecer la estrategia nacional. El tratamiento de Chile al fenómeno de la droga es multicausal e involucra a distintas instituciones, donde se entiende que estamos en un proceso post pandemia, post estallido y en pleno proceso constituyente. Entonces, son elementos que cambian las condiciones de las relaciones y la salud mental.

Hoy nuestra visita tiene que ver con las líneas programáticas del Senda, que tiene como un componente relevante el trabajo intersectorial. La semana pasada se constituyó un Comité Interministerial de trabajo presidida por Interior, nuestra institución como secretaría ejecutiva y con la participación de Salud, Educación, Desarrollo Social y Justicia. Así, lo que hemos inaugurado aquí es el espejo de dicho encuentro, que pretende avanzar a nivel local en la prevención desde distintos focos.

¿Qué compromisos se tomaron en este primer hito de constitución del Comité? 

El primer compromiso fue concordar que abordaremos las consecuencias sociales y sanitarias que se asocian al consumo problemático de drogas desde una mirada intersectorial. Lo primero es que las autoridades y la región se sientan llamados a ser parte del fortalecimiento de la estrategia, para trabajar juntos en un plan de acción. Daremos los pasos iniciales a través de mesas muy técnicas, pero con metas y plazos fijos de cara a la estrategia que compete del 2024 al 2030.

 

Atacama y el alcohol

En el décimo cuarto estudio de drogas en la población general, Atacama logró bajar del promedio nacional de prevalencia del tabaco. Sin embargo, seguimos superando los índices de alcohol. ¿Cómo será el tratamiento del Comité en particular para abordar la prevención de esta droga? 

Desde el Senda se promueve la prevención a todo tipo de sustancias, sean lícitas o ilícitas. En términos de escolaridad tuvimos algunas bajas importantes en el consumo de alcohol, pero en la región estamos un poquito por encima. Acá lo importante es instalar culturas saludables, donde se entienda que ningún consumo es bueno cuando es problemático. 

El tema del alcohol es interesante porque tiene varias aristas. Sabemos que, por ejemplo, los efectos del mismo se relacionan a la accidentabilidad y a la Ley de Tránsito. Por poner un ejemplo muy concreto, nosotros estamos realizando fiscalizaciones y sensibilizando que la conducción es incompatible con el consumo de sustancias. Abordar este fenómeno será parte del trabajo del Comité; instalar factores protectores que inculquen que este tipo de consumo no pueda ser parte de tu vida.

El tema no es solo el alcohol, sino que hay una estabilización de la embriaguez…

Es bien importante lo que señalas, porque una cosa es el consumo problemático y otra cosa son los patrones de consumo. Tenemos datos y cifras en relación a que acá hay mucha embriaguez, y ante aquello es importante decir que ningún consumo bajo los 18 años es prudente, todos son de riesgo. Esto está asociado al tiempo libre pero también manejamos variables relativas a la salud mental, como cuadros de ansiedad que han aumentado a propósito de la pandemia. En el fondo no hay que ver sólo la prevalencia, sino todo lo que está asociado como factor de riesgo y factor protector. 

Otro de los temas es cómo disminuimos el acceso a los menores de edad. Ante aquello han surgido cosas interesantes en la nueva Ley de Alcohol, como la prohibición de la propaganda de estas sustancias en el deporte. Son elementos que, para hacerlo sencillo, buscan disminuir la venta.

¿Estas externalidades son las que vuelven importante que el plan sea intersectorial?

Claro. En el caso de Salud, hay políticas de salud mental y venta de alcohol. También tiene la atención primaria que es la primera puerta de entrada a otras problemáticas de salud, así que tenemos que estar muy articulados y coordinados. Por otro lado, no solo es prevenir sino que también hay que pensar en las consecuencias. En ese sentido, también hay que pensar en la integración social, y ahí el Ministerio del Trabajo es fundamental: ¿qué pasa con el Sence, las alternativas de empleo? 

En Justicia hay un tema de género hacia las mujeres, un estigma hacia quienes consumen. De hecho, el 60% de las mujeres privadas de libertad están en esa condición por la Ley 20.000 (que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas), entonces hay algo que mirar ahí. En Desarrollo Social trabajamos con la Subsecretaría de la Niñez en el marco de la Ley de Garantía, con personas en situación de calle. Para qué nombrar Educación, donde también hay factores de deserción que tenemos que mirar. Entonces, todos los ministerios tienen algo que decir sobre este tema.

 

Leve alza en drogas duras

Los datos muestran que prevalece el consumo de «al menos una vez» en la región a propósito de la marihuana. La pregunta es, ¿este plan pretende llegar a la abstinencia o más bien al uso responsable-recreacional de las sustancias?

Es una muy buena pregunta. Hay un concepto importante que estamos trabajando y es la reducción de daños. Hoy tenemos que pensar que hay personas que van a entrar y salir de un centro de tratamiento, otras que practican el consumo recreativo y no problemático. Entonces, hay distintas modalidades donde, si bien recalcamos que todo consumo antes de los 18 es de riesgo, puede funcionar mejor una estrategia de reducción. Eso implica a personas que quizá no dejarán de consumir pero que sí necesitan acompañamiento como el acceso a terapia, que es una realidad no ideal pero que existe. A veces se demoniza el control de daños o se piensa en Europa u otras zonas, cuando nuestra realidad aquí es distinta.

Se lo pregunto también porque a nivel nacional aumentó el uso de «alguna vez» en la vida de cocaína – pasta base. ¿Temen que siga aumentando esta recurrencia, o los pronósticos son más optimistas?

Creemos que puede que haya un pequeño repunte en el próximo estudio. Hay que tener en cuenta que estos datos fueron tomados en pandemia, entonces con esta salida al mundo las cosas pueden variar. En general hay una prevalencia menor, pero eso no significa que minimicemos los efectos que pueden tener en las consecuencias sociales ligadas a aquello. Nuestro rol es preventivo, pero hay que mirar qué pasa con el tráfico de las sustancias o fenómenos emergentes como las drogas sintéticas. Ya estamos haciendo un estudio sobre este tipo de sustancias que son informes distintos, porque son más antropológicos y buscan patrones de consumo. 

Si uno ve los informes que tenemos son de declaración de consumo, por lo que puede haber una cifra negra en todo ese proceso. Así que nos estamos adelantando para tener cómo accionar o analizar este fenómeno.

Últimamente han surgido cuestionamientos relativos a la «narco-cultura» en algunos exponentes nacionales del género urbano. ¿Ven con atención también este fenómeno desde el Senda?

Siempre es importante mirar no solo el fenómeno de la prevalencia, sino que también mirar los factores de riesgo asociados a ello. Para aquello tenemos un modelo de encuestas comunales que nos permiten mirar estos factores, que por cierto van en línea con instalar una cultura saludable: derecho al deporte, a la cultura, a los espacios protegidos libres de violencia, convivencia escolar. Entonces, ante cualquier otro tipo de cultura que promueva el consumo, estamos promoviendo la cultura saludable.

Lo que ocurre es que el narco se introduce en las poblaciones y termina por aliarse con las y los vecinos para su subsistencia. ¿Cómo este plan-comité puede ayudar en eso? 

Nuestro rol es más preventivo. Sobre la oferta vamos a trabajar temas muy acotados, porque son ámbitos más bien de seguridad, donde nos coordinamos pero básicamente nuestro rol es otro. Estamos trabajando con la Subsecretaría de Prevención del Delito y con la cartera de Salud para tratar temas más bien de establecimientos educacionales, pero son acotados porque queremos centrarnos en nuestra labor: prevención, recuperación, tratamiento e integración social.

 

Vinculación con la ciudadanía

En este plan se contempla una serie de diálogos ciudadanos. ¿Cómo se han desarrollado hasta el momento?

Esta es una convicción del Gobierno para que cualquier política pública tiene que ser con la comunidad. Estuvimos en Chañaral, Vallenar y Copiapó con una gran afluencia de público muy diverso: dirigentes educacionales, estudiantes, sociedad civil, personal de centro de tratamiento, entre otros. Ha sido súper interesante, porque hay un material muy valioso de las impresiones de la ciudadanía que vamos a ocupar para desarrollar este plan.

Por lo general la droga es un tema que involucra a la policía o las instituciones. ¿De qué manera la ciudadanía puede colaborar a la prevención?

De muchas maneras. Para mí son la base fundamental, porque la parentalidad social es central para prevenir desde las familias el no consumo a temprana edad de sustancias o el consumo problemático. Cuando la comunidad se hace cargo y toma noción de que el territorio debe ser un espacio seguro para niños, niñas y adolescentes junto con ser promotor de la parentalidad positiva, su rol es clave. Más comunidad es más prevención, así que nuestro vínculo pretende abarcar a casi todas las comunas. Hoy estamos presentes en siete comunas de Atacama, donde necesitamos del apoyo de todas las instituciones, del Gobierno Regional, para levantar este tema.