Política

Ricardo Núñez, candidato al Consejo Constitucional: “Chile no tiene el derecho a fracasar nuevamente”

* En entrevista exclusiva con Diario Chañarcillo, el ex senador y actual candidato compartió su visión del proceso constituyente, sus principales temas a protagonizar si es electo como consejero y la temporal alianza electoral sin el PPD.

 

Tres periodos consecutivos como Senador por Atacama, embajador de Chile en México y dirigente histórico de la Concertación. Hoy, el candidato al Consejo Constitucional de Unidad para Chile, Ricardo Núñez, ve en este nuevo proceso constituyente un deber claro: construir un proyecto de Constitución que no fracase. 

Más de tres décadas en la primera línea de la política institucional, Núñez, hasta hace poco, dedicó su vida a la academia y la escritura. Si bien nunca abandonó su ser político, “cumplí mi tarea” fue lo que creyó al dejar la directiva del Partido Socialista y su rol parlamentario. 

De vuelta al clima electoral, a sus 83 años afirmó que ser candidato fue una decisión que costó. Sin embargo, cree que sus años de trayectoria, su sentido conciliador y experiencia pueden aportar a un país donde “ha desaparecido el diálogo”. 

Un Estado Social de Derecho, un sistema bicameral y el agua como un bien nacional de uso público, son parte de los pilares que defendería uno de los emblemáticos de la transición a la democracia si es electo para el nuevo órgano constitucional. 

 

Un retorno en tiempos complejos

 

P: Ex senador, ex embajador, ex presidente de su partido. Después de esta carrera, ¿qué le motiva a participar de este nuevo proceso? Que en términos estrictos es su temporal retorno a la política.

 

R: Si bien abandoné la dirigencia del partido, siento que nunca he abandonado la política. Ni desde la cátedra, ni desde las conversaciones con amigos o familia; uno en definitiva no la abandona. Por el contrario, cuando uno la lleva en el alma, le preocupan episodios como el estallido social, cómo terminó el proceso anterior el cuatro de septiembre y la imposibilidad de cambiar una Constitución que no tiene legitimidad ni respaldo popular. Somos uno de los pocos países de América Latina donde no tenemos reglas del juego que la ciudadanía crea.

A partir del proyecto que pretendieron elaborar los anteriores constituyentes y que fracasó, me dije a mí mismo “¿por qué no entregar mi experiencia en este nuevo proceso?”. Fui parte de una generación que luchó contra la dictadura, que posibilitó la transición y además fui senador, así que estoy dispuesto a entregar mi conocimiento.

 

P: ¿Por qué luego de 20 años como senador decide emprender otra disputa electoral en Atacama?

Es una candidatura a la que fui invitado por mis compañeros y que tomo con mucha honestidad. La gente se preguntará “¿qué hace este señor postulándose nuevamente luego de tantos años?”, y yo respondo que lo hago precisamente porque creo en el futuro de Chile.

Tengo la capacidad física y mental para afrontar este desafío que es particularmente complejo. Es uno de los eventos más trascendentales del siglo XXI, y por lo tanto se necesitará mucho diálogo y entender lo que piensa el otro. Vamos a discutir en un escenario donde el país ha ido perdiendo el diálogo incluso en los espacios donde se debería hacer política, que por lo demás está bastante desprestigiada.

 

P: En estos momentos de tanta complejidad política e institucional, ¿costó asumir este nuevo compromiso? 

 

R: Por supuesto. A decir verdad, mi esposa es quien más me alentó a diferencia de mis hijos. Sé que la sociedad chilena ha cambiado y la atacameña también. No es la misma región que me eligió con las más altas mayorías en tres oportunidades. A esta edad, cuando uno está dedicado más a la escritura y la cátedra universitaria, subirse a un desafío electoral también es complicado. Va a ser difícil, pero esto no se tratará de pararse en la plaza y gritar “soy consejero constitucional”. Si la gente cree que puedo representarlos, lo haré con la máxima dignidad y capacidad posible.

 

P: Es particularmente un desafío porque usted tiene amplias posibilidades de ser electo en su lista…

 

R: Tengo la impresión de que los cuatro tenemos la misma posibilidad. Aprendí que nunca hay que darse por ganador, sobre todo cuando tenemos al voto obligatorio como un fenómeno distinto a los procesos anteriores. Votará mucha gente, personas que incluso no están informadas de qué votarán. Hay un voto incierto, porque también hay electores que no tienen tiempo de informarse de estas elecciones y otros que se dejan llevar por externalidades. Es tal como ocurrió el cuatro de septiembre, donde ese 62% que rechazó se compuso de quienes exigían algo más que la propuesta entregada, pero también de muchas personas que respondieron a la propaganda. 

 

La última oportunidad

 

P: ¿Cómo ve el actual proceso constituyente? ¿Valora más las reglas del juego actuales que las anteriores? 

 

R: Me parece que le dan mayor legitimidad a este proceso. En el anterior, prácticamente no habían reglas del juego, ni tampoco se impusieron ellos mismos dentro de la Convención Constitucional un marco donde se elaborara una propuesta que integrara a todos en iguales condiciones. Finalmente, fue como dijo el Presidente Gabriel Boric cuando fue electo, una “Convención partisana”, donde privó las concepciones del mundo “octubrista”.

Chile no tiene el derecho a fracasar en diciembre de este año. Si nuevamente la gente piensa que este eventual nuevo proyecto no refleja a la sociedad chilena, va a ser un fracaso histórico, porque los países no pueden darse el lujo de fallar tres veces seguidas. Tenemos la obligación de entregar un pacto social efectivo acorde a los desafíos de este siglo.

 

P: ¿Por qué sería un fracaso? ¿En qué se materializaría?

 

R: Nos quedaríamos con la Constitución del dictador Augusto Pinochet, hecho que generaría una apatía en los chilenos. En definitiva, la sociedad no vería en la Carta Magna un modo civilizado para convivir entre nosotros, cosa que percibo como un fracaso.

 

P: Si bien este proceso le parece legítimo, hay datos que preocupan. Según Cadem, la ciudadanía no ve con muy buenos ojos este acuerdo. No se alcanza ni el 40% de confianza en el Consejo ni en el rol de los expertos. ¿Cómo evalúa estas percepciones?

 

R: Siento que desde marzo la ciudadanía empezará a asumir que este es un proceso importante, pero considero que esos datos son absolutamente asequibles. Estamos viviendo un escenario político deteriorado, donde la falta de convicciones de la sociedad chilena es evidente. Las instituciones no están siendo respetadas ni eficaces para resolver los problemas que tenemos: el Poder Judicial, la Iglesia Católica, el Ejército, Carabineros en algún momento por el 18 de octubre. Por lo tanto a mi no me sorprende que se piense que esto es un arreglo entre políticos.

 

P: ¿Y quienes se deberían hacer cargo de este proceso?

 

R: El tema es que el Parlamento es la institución que debe hacerlo. Creo que los congresistas asumieron bien su responsabilidad, aunque no tengan el prestigio que se requiere. No tenemos otra instancia que pueda resolver los problemas que se han ido generando a propósito del estallido y el rechazo. Si no es así, ¿dónde lo hacemos, en una plaza pública con los 19 millones de chilenos? Imposible. El Congreso es lo que tenemos en un sistema democrático. Puede no gustarle a la gente, pero si los diputados y senadores no tomaban cartas en el asunto, el país se sumía en el caos. Eso no sería justo.

 

P: ¿Por qué no lo sería? 

 

R: Porque quienes luchamos contra la dictadura y la vencimos con un lápiz y un papel, también somos parte de la historia. Hicimos todo lo posible para dar pie a los cambios necesarios y no se logró todo, claro está. Intentamos elaborar una nueva Constitución donde la derecha se opuso siempre. Logramos en el 2005 hacer modificaciones más importantes que sustantivas, pero que de todas formas no bastó para quitar la naturaleza ilegítima de la misma.

 

P: A propósito de esa lucha que usted llama, ¿cree que personas con su estandarte y trayectoria podrían revertir esa desconfianza reflejada?

 

R: Así lo espero. Puede que el Comité de Expertos sea cuestionado porque fue designado a dedo en el Parlamento, pero hay personas individuales en las que confío profundamente por su nivel intelectual, cultural y profesionalismo. No debemos olvidar que quien tendrá la legitimidad definitiva será el Consejo Constitucional, electo por la gente, donde espero desarrollar un trabajo que refleje confianza en la ciudadanía.

 

P: Hay un inminente choque generacional que se ha plasmado en las últimas elecciones. En la Convención se replicó y en este nuevo órgano es probable que ocurra. ¿Este fenómeno profundiza eventuales quiebres, o es positivo que exista?

 

R: Si hay algo que afecta notablemente la convivencia de un país, son las luchas generacionales. No tienen ningún fundamento más allá de lo biológico, así que hacer de aquello un factor determinante en cómo conducir un país me parece absolutamente erróneo. Hay quienes creen que Chile empezó el 18 de octubre, y no es así, el país tiene más de 200 años de luchas y sacrificios. Las nuevas generaciones son hijas del pasado, y tienen la obligación de sembrar el futuro. Espero que el Consejo sea un reflejo del país, a nivel etario, ideológico, cultural y étnico, donde esa diversidad es valorable.

 

Trabajo constituyente

 

P: En particular, ¿qué materias constitucionales le interesan más a usted para ser protagonista en la discusión?

 

R: Hay un tema general que me parece fundamental. Chile tiene la oportunidad cierta de transformarse en un Estado Social y Democrático de Derecho, que pueda reflejar las necesidades que la gente tiene.  Eso tiene que estar consagrado, y actualmente se encuentra diluido en la Constitución de 1980. 

En definitiva, buscaría eliminar el Estado subsidiario: no es posible que los privados asuman las dificultades, sueños y esperanzas de los chilenos, olvidando la importancia de un aparato estatal robusto que entregue iguales derechos, alternativas y posibilidades de mejorar. Debemos avanzar a ser una sociedad con un sentido democrático tan internalizado que sepamos comprender y actuar cuando quienes nos sucedan piensen distinto a nosotros. 

Pondría ojo en la seguridad ciudadana: ¿por qué no tener policías municipales?, ¿por qué no dar más atribuciones a los municipios para abordar estos temas?, ¿por qué las juntas de vecinos no tienen un rol más significativo para controlar la delincuencia en sus barrios y casas? Tenemos que hacer un gran esfuerzo nacional, y la Constitución puede ayudar en aquello.

Además, el agua ya no puede ser privada, debe ser un bien de uso público. Por otra parte, la corrupción también debe ser neutralizada desde lo político, con una Constitución que entregue las condiciones y mecanismos para que nunca más se recurra a este acto desde ahí.

 

P: Hablamos de pilares fundamentales a tratar. Desde lo político, ¿estaría dispuesto a discutir la composición del Congreso?

 

R: Creo que hay que modificar el Senado, reforzar el número de congresistas en esa cámara…

 

P: Usted no elimina el Senado…

 

R: No, claro que no. El Senado existe con la República, algo que creo que los constituyentes no asumieron. Entre 1810 a 1817, quien encaminó los primeros pasos de Chile fue precisamente esta instancia. Senador fue Salvador Allende, fue Eduardo Frei, Carlos Ibáñez del Campo, entonces las grandes personalidades del siglo XX fueron parte del mismo. Todas las razones que pudieran esbozar en el anterior proceso, no responden a factores históricos ni del futuro.

La Cámara Alta proporciona un sentido de estabilidad en contrapeso con la Cámara de Diputados y Diputadas. Creo en un sistema bicameral, porque la unicameralidad arriesga experiencias de otros países donde puede existir un poder absoluto que deviene en dictaduras.

 

P: El Senado sería una tradición histórica. ¿No cree que hay ciertas tradiciones que al romperse pueden traer un mejor futuro?

 

R: Cuando son tradiciones que han fracasado, sí. Por eso estamos intentando cambiar la actual Constitución, porque es una tradición que fracasó. Pero todo está en el marco del diálogo, y eso es precisamente lo que se hará en el Consejo, un debate de las tradiciones e ideas.

 

“Somos la centro izquierda”

 

P: El Partido Socialista decidió ir con Apruebo Dignidad. ¿Le parece bien esta alianza electoral? 

 

R: Es correcta, pues solo es temporal. Cuando se toman decisiones en el marco de una contienda electoral, normalmente se piensa poco en el futuro. Se enmarca en el apoyo irrestricto que queremos darle al Gobierno del Presidente Boric, que todos queremos que le vaya bien. Es deleznable cuando se recurre a hechos catastróficos o sensibles, como los incendios en el sur, para lanzar dardos a las autoridades.

 

P: ¿No se tensionan las relaciones con el PPD?

 

R: No, tengo la mejor impresión de nuestros aliados. Fui uno de los fundadores de dicho partido, y creo que vendrán otros momentos donde no tengamos que dirimir estos temas a propósito de un desafío electoral.

 

P: No se tensionan pero hay declaraciones que son para discutir. La presidenta del PPD dijo que Todo por Chile es aquella lista que pretende “reivindicar a la centro izquierda”. Ustedes que no participan de la misma, ¿no son parte de esa reivindicación? 

 

R: Nosotros somos la reivindicación, no luchamos por ella. Somos la fuerza de centro izquierda que ha hecho posible la democracia en Chile. Valoro la entrevista de la compañera Natalia Piergentili, pero lo que ha dicho es intentar llevarse a la casa un juguete que nos pertenece a todos. Son declaraciones bien intencionadas pero que no cubren la realidad.

 

P: Entonces el PS no se “mueve” más a la izquierda…

 

R: El tema es que siempre hemos sido de izquierda. Aquellos que pretendan que el PS no es de esa posición, es absurdo. Ser de izquierda no se trata de andar tirando piedras todos los días al banco; la izquierda es también una escuela constructiva, que es capaz de entender que se vive en una democracia. Nadie es depositario de la verdad como ciertas vertientes lo quieren creer.

 

P: Usted ya no es directiva pero es dirigente histórico del partido. Suena un cambio de gabinete con la salida de la Canciller Urrejola. ¿Les complicaría como partido si se efectúa esta decisión por parte del Presidente?

 

R: En un sistema presidencial, la última palabra la tiene el Presidente. Si se dispone un cambio de gabinete, hay que apoyarlo, porque los cambios no son para peor. Por alguna razón, si un ministro no está haciendo su pega, el Mandatario tiene que tomar la determinación de sacarlo de su cargo. No tengo la menor información al respecto, en todo caso.