EDIFICACIÓN CIRCULAR, EL PRÓXIMO PASO
POR CLAUDIO QUIROGA OSSANDÓN,
ARQUITECTO,
DIRECTOR DE ARQUITECTURA MOP,
REGIÓN DE ATACAMA.-
El sector de la edificación tiene un impacto significativo sobre el medio ambiente y sobre sus recursos, siendo un importante contribuyente al cambio climático a nivel mundial. Por un lado, la edificación consume energía de manera significativa: se estima que el 36% del uso de energía primaria en el mundo en 2018 estuvo asociada al sector de la edificación. Durante ese mismo año, los sectores de la construcción y la operación de edificios alcanzaron en conjunto un cuarto de la demanda energética de Chile. En países cuya matriz energética aún se basa en combustibles fósiles y carbón, el costo ambiental en términos de emisiones e impactos que conlleva la producción de la energía suficiente para la operación del sector de la edificación es significativo. En segundo lugar, la edificación contamina directamente al medio ambiente: casi el 40% de las emisiones de CO2 estuvo asociado al sector de edificación durante el 2018. En términos de residuos, durante el periodo 2000-2009, en nuestro país cerca del 35% de los residuos sólidos provino de la construcción y la demolición, unas 5,7 millones de toneladas, que se estima asciendan a 7,4 millones de toneladas para 2025, residuos que afectan la flora y fauna del lugar donde se depositan, alteran los drenajes naturales, generan contaminación del suelo y de las aguas, tanto superficiales como subterráneas. Además, se contamina el aire por su disposición y transporte. Por último, la edificación demanda recursos naturales: los edificios requieren de una cantidad significativa de materiales para su construcción, operación y mantención, los que, de manera directa o indirecta, se obtienen desde la naturaleza, provocando impactos y externalidades en el medio natural. Los edificios usan el 40% de la materia prima global (3 billones de toneladas anuales), generando entre un 25% y 40% de residuos sólidos, de los cuales, menos de un tercio son reutilizados o reciclados. Se deben considerar, además, las cargas ambientales asociadas a la transformación de materias primas para ser utilizadas en la construcción. Por ejemplo: en 2018 en Chile, el 11% de las emisiones de CO2 se concentraron en la elaboración de sólo tres productos de construcción: cemento, acero y aluminio.
En este escenario, es necesario reconocer que los edificios impactan sobre el medioambiente durante todas las fases de su ciclo de vida, por lo que parece cada vez más importante y necesario que el sector de la edificación adopte modelos de desarrollo y crecimiento responsables con el medio ambiente y la preservación de los recursos naturales en todo el ciclo de vida de las construcciones. La circularidad, como nuevo paradigma en la edificación, permite transitar hacia una industria más sustentable, de mejor productividad y menores emisiones, dejando atrás la lógica lineal de extraer-producir-consumir-botar, para cambiar a un modelo en que la gestión de residuos y contaminación se planifica desde el diseño, los materiales se aprovechan el mayor tiempo posible, y los procesos aportan en la regeneración de los sistemas naturales en vez de degradarlos. Esto, a su vez, le presenta al sector una serie de oportunidades que se relacionan con una mayor eficiencia en el uso de los recursos y una disminución en la generación de residuos y emisiones, obras más limpias y seguras, con proyectos mejor planificados desde sus etapas tempranas de diseño.
Típicamente, el concepto de circularidad se utiliza en contraste al modelo tradicional de economía lineal, en donde los materiales primarios se terminan transformando en residuos a través de procesos productivos que tienen como consecuencia la emisión de gases contaminantes y la remoción del capital natural desde el medio ambiente. La economía circular, por otro lado, se basa en la constante reincorporación de materiales, componentes y productos a los procesos productivos de la construcción, lo que permite diseñar y construir edificaciones más eficientes en el consumo de recursos, mas durables y fáciles de reparar, en las que es posible recuperar materiales para su reciclaje y/o reutilizacion al fin de su ciclo de vida.
Es posible integrar criterios de circularidad en los edificios, diseñándo en base a sistemas constructivo-estructurales modulares y de fácil desensamblaje, que permitan no sólo una fácil desconstrucción del edificio con el fin de reutilizar y/o reciclar sus componentes en su etapa final, sino también incrementar su flexibilidad y adaptabilidad a diferentes configuraciones y necesidades durante su etapa de operación, lo que alarga su vida útil y evita su obsolecencia. En esta etapa es importante, también, elegir los materiales a incoporar en el proyecto utilizando indicadores de sostenibilidad. La Declaración Ambiental de Producto (EPD), por ejemplo, es un documento que presenta los resultados del Análisis del Ciclo de Vida de un material, donde se evalúan sus impactos ambientales potenciales cuantificando el carbón y la energía contenida en ellos. Esto permite, entre otras cosas, comparar diferentes tipos de materiales con el fin de elegir aquellos con menor carga ambiental. Por otro lado, es clave pensar los edificios como bancos de materiales, con el fin de poder reutilizar y/o reciclar sus elementos constructivos y, así, reducir el consumo de materias primas en edificaciones futuras. Una iniciativa ha sido desarrollar “pasaportes de materiales” para los edificios, que consisten en inventarios detallados de los materiales y componentes contenidos en ellos, permitiendo conocer de manera precisa su composición constructiva. Esto incrementa la efectividad en la reutilización de los materiales al final de la vida útil del edificio.
Otro factor clave a considerar es desarrollar estrategias para el manejo de los residuos producidos durante las distintas etapas del ciclo de vida de la edificación. El principal objetivo de la circularidad en este asunto es retornar los residuos a circulación. En primer lugar, y como estrategia fundamental, se debe prevenir y reducir la generación de residuos. Si el residuo no se pudo evitar se debe reutilizar, proceso que consiste en separar todos los elementos constructivos que son posibles de incorporar directamente en otra edificación de aquellos que no. Los componentes y materiales que no pueden reincorporarse directamente pueden ser reciclados, esto quiere decir que deben ser procesados para ser incorporados al ciclo, lo que ocurre, generalmente, como materia prima. De no ser factibles las alternativas anteriores, se puede recurrir a la recuperación energética de los residuos, donde son utilizados para la generación de energía eléctrica mediante procesos de quema, gasificación o pirolisis, lo que puede disminuir la energía demandada tanto en la operación de otras edificaciones como en los procesos industriales de los materiales constructivos. Como última opción se encuentra la deposición final de los residuos en vertederos o rellenos sanitarios. Estas dos últimas acciones representan las formas menos apropiadas desde el punto de vista de la sostenibilidad por sus impactos negativos en el medio ambiente.
Un último aspecto a mencionar, es que la vida útil del edificio, y una parte importante del potencial que tienen sus componentes constructivos para ser reutilizados, están directamente relacionadas con las condiciones y uso que se les dio durante su etapa de operación. En este sentido, considerar la durabilidad de los materiales a utilizar y adoptar prácticas constantes orientadas hacia la mantención, mejoramiento, reparación y restauración de las edificaciones y sus elementos, son estrategias que además de incrementar su periodo de utilidad, garantizan una optimización constante de sus prestaciones. Por otro lado, preferir la renovación de edificios existentes para adaptarlos a nuevas necesidades y/o usos, junto con todas aquellas acciones tendientes a retrasar su tiempo de demolición a través de la rehabilitación, es otra manera de abordar la optimización de la edificación desde la circularidad ya que evita el impacto ambiental asociado a su deposición final y a una nueva construcción.
Es cierto que la transición del sector de la edificación hacia procesos productivos más circulares trae una serie de desafíos tecnológicos y económicos debido a la complejidad de los edificios y la gran cantidad de actores que integran el sector, sin embargo, ofrece una oportunidad para optimizar y promover la producción y el consumo sostenibles. La economía circular podría reducir las emisiones globales de CO2 de los materiales de construcción en un 38% en 2050, al reducir la demanda de acero, aluminio, cemento y plástico. Al articular estas acciones con estrategias de diseño de edificios orientadas a la eficiencia energética y el hábitat sustentable, es posible reducir considerablemente el impacto que tiene el entorno construido sobre el medioambiente. También podría incrementar la resistencia del sector de la edificación a las interrupciones de las cadenas de suministro de recursos y la volatilidad de los precios de las materias primas. En Chile, durante el año 2021, se aprobó la Hoja de ruta para un Chile Circular al 2040, política donde se plantean 7 metas que implican mejoras en distintos indicadores que involucran a la industria de la construcción, como por ejemplo, generación de empleos, generación de residuos por PIB, productividad material, tasa de reciclaje, entre otros.
En esta materia, nuestra orientación como Dirección de Arquitectura, es siempre contribuir al desarrollo sustentable del sector de la edificación en Chile. La presentación del Manual de Diseño Pasivo y Eficiencia Energética, y el Manual de Gestión de la Energía en Edificios Públicos en 2010, seguida por la incorporación en 2012 de los TDRe con Parámetros de Eficiencia Energética y Confort Ambiental como exigencia en todas las licitaciones de diseño y obra de edificios, ha definido un estándar en términos de diseño pasivo, eficiencia energética, calidad del ambiente interior y gestión de aguas en edificaciones. La articulación de estas herramientas con la Certificación de Edificio Sustentable (CES) desde 2014, que evalúa, califica y certifica el grado de sustentabilidad ambiental del edificio a través de diferentes etapas de su ciclo de vida, ha constituido sin duda un gran avance no tan solo en términos de disminuir el impacto medioambiental de los edificios, sino también en optimizar las condiciones de confort y habitabilidad en su interior.
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