Política

Nuestra fantástica derecha cuántica

POR CARLO MORA,
ABOGADO DE LA UNIVERSIDAD DE ATACAMA,
CON ESTUDIOS DE POSGRADO EN LA UNR.

El 4S generó un efecto insospechado. El triunfo del Rechazo no solo hizo que la derecha chilena se auto percibiera con un 62% de adhesión ciudadana, sino que tuvo un efecto cuántico potentísimo: que un hecho del presente, el 4S, pudo transformar un evento del pasado, el 18-O.

De pronto, los que nos manifestamos en las calles, cacerola en mano, éramos unos violentistas que amenazaron la integridad del ciudadano; los estudiantes que saltaron el torniquete, unos adolescentes irresponsables; la declaración de guerra de S.E. Sebastián Piñera, evasor por excelencia de algo más que torniquetes del metro, nunca existió, sino que fue una declaración de Paz, digna del Gandhi nacional de brazos cortos o camisas largas, en definitiva, un acto de defensa contra el lumpen desatado por esos comunistas, hoy llamados octubristas, que buscaban socavar las nobles raíces del oasis chileno, cuyas mieles capitalistas disfrutábamos todos juntos como hermanos, en el destruido Barrio Lastarria.

Al final, eran solo 30 pesos. Nada tuvo que ver el “levántese más temprano para obtener una tarifa más baja”, ni el “compren flores”, o el “qué tengo que ver yo con el techo de una escuelita rural en chuchumeco, que se hagan un bingo”, con que los Ministros de Piñera nos deleitaban, cada mañana, al segundo año del gobierno de excelencias. Las casi 1.500 empresas nacionales en quiebra y la cesantía en alza, nunca fueron reales. Pero si éramos tan jaguares que hasta podíamos actuar como redentores del pueblo venezolano oprimido y traerlos con una visa especial al Oasis, total, aquí hay trabajo para todos, decía el pescador Longueira, los recibiremos hasta que el país aguante, decía la otra Cecilia. Nada de eso ocurrió, fue un mal sueño. Así que Piñera no mandó a los Carabineros a reprimir la protesta con un speech de guerra y la Cecilia original nunca dijo eso de que “tendremos que empezar a compartir nuestros privilegios”. Si no había privilegiados en el oasis, vio?.

No, el 4S demostró que la física cuántica puede alcanzar también a objetos tan macroscópicos como el pueblo chileno. Esto no fue manipulación mediática, ni el uso de las fake news como herramienta de política comunicacional, esto fue pura ciencia, esto fue (o es)- retrocausalidad cuántica, una física que admite que el futuro puede influir en el pasado. Es una teoría bien documentada.

Los físicos Leifer y Pusey, examinaron al detalle algunos supuestos básicos de la teoría cuántica y decidieron que a menos que descubriéramos que el tiempo se movía necesariamente de una forma, las mediciones hechas a una partícula podían reflejarse tanto en el pasado como en el futuro. En un artículo publicado en  Proceedings of The Royal Society A,  demostraron que las medidas efectuadas sobre una partícula elemental podrían afectar al pasado de esa misma partícula.

Esto significaría que, cuando un experimentador elige el modo con el que va a medir una partícula, esa decisión puede influir en las propiedades de la misma (o de otra partícula) en el pasado, incluso antes de que el experimentador haga su elección sobre el sistema de medición.

En otras palabras, una decisión tomada en el presente, puede influir -en algo- en el pasado. La sugerencia, sólidamente documentada, actualiza un viejo debate de la física cuántica y señala que la causalidad puede remontar el tiempo en dirección al pasado. Este proceso hipotético se llama retrocausalidad, un concepto filosófico según el cual un efecto puede preceder a su causa.

Entre nosotros, en ciencias sociales, nos huele bastante a eso de que la historia la escriben los vencedores. La escriben desde la impunidad del futuro interpretando el pasado, pincel en mano, mecenas en el bolsillo, medios en la nómina de pagos.

Creo, es muy temprano, decidir quienes fueron los vencedores, seguramente sean dos o tres, no obstante la premura de la tristemente célebre Sra. de Sercotec Atacama, que granjeándose la aptitud de tratar de idiota al Presidente más votado en la historia, celebró su propia indignidad informándonos a todos que no puso su cargo a disposición y seguirá trabajando para ese infortunado. Pero no sorprende, incluso se entiende, el 4S cambió la perspectiva de todos los funcionarios de confianza de Piñera, ellos ya no son más los colaboracionistas de un gobierno que violó los DDHH de miles de ciudadanos entre octubre y diciembre de 2019. En cambio, ellos tienen hoy la potencia moral de insultar, exigir disculpas a las víctimas y seguir apernados en sus puestos, porque en realidad- nos dicen, y se lo creen- los necesitamos, puesto que ellos son lo mejor que tiene la Administración Pública actualmente, sacrificados profesionales dispuestos a seguir ganando su sueldo, dispuestos y felices de seguir trabajando para un idiota, aunque ello comprometa su propia dignidad. Ah, pero lo hacen por amor a Chile.

Pero qué importa, finalmente, si Plaza Italia nunca dejó de ser Plaza Italia.

Y Chile, quiere seguir siendo el fin del mundo.

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