Construcción segura: clave para la reactivación de la economía y el empleo en Atacama
Guillermo Ramírez, Presidente CChC Copiapó
La semana pasada conocimos las nuevas cifras de desempleo publicadas por el INE, que demuestran el complejo panorama que atraviesa el país en esta materia por los efectos de la pandemia, una realidad devastadora, pues más allá de los números, el lado humano detrás de esta situación no debería dejar indiferente a nadie.
En la región de Atacama, como no podía ser de otra manera, también observamos con preocupación el avance del desempleo: en el trimestre julio-agosto alcanzó una tasa de desocupación de 12,9% (alrededor de 17 mil 400 personas), un aumento de 4 puntos porcentuales con respecto al mismo período del año pasado, y lo que más inquieta son los inactivos, es decir quienes no están buscando trabajo por efectos de la contingencia, y del mismo modo la caída de la participación femenina en el mercado laboral. Una situación que podría ser aún más acentuada si no es por los planes de protección al empleo.
La construcción, al ser un rubro eminentemente presencial, sin duda ha sido golpeada. Si bien es cierto en general las empresas locales son contratistas de organizaciones públicos y privadas -especialmente de compañías mineras-, por lo que han podido seguir funcionando, las paralizaciones, retrasos, falta de financiamiento y condicionantes de la situación actual, sobre todo para el inicio de nuevos proyectos, afectan a empresas que en su mayoría son pymes.
Así, en materia de empleo, los trabajadores activos en el sector han caído en casi un 40%, lo que significa que existen 4 mil personas menos trabajando en el rubro entre el trimestre junio-agosto 2020 y el mismo período del año pasado.
Como se puede observar el desafío que tenemos por delante es significativo, pero creemos que existen perspectivas positivas para el mediano y largo plazo en cuanto a impulsar una posible reactivación de la economía y el empleo, donde la construcción, que representa el 8% del empleo y el 10% del PIB regional, puede tener un rol relevante. Lo anterior considerando el plan que ha propuesto el Gobierno -que incluye una inversión por US$320 millones- y tomando en cuenta que Atacama es la segunda región con mejores perspectivas para la concreción de iniciativas privadas -marcadas por el posible inicio de nuevos proyectos mineros-.
En este escenario, el principal objetivo es seguir tomando todas las medidas necesarias para resguardar la salud de quienes somos parte de esta actividad productiva, para lo cual la CChC elaboró un protocolo sanitario en conjunto con Mutual de Seguridad, al cual el 100% de nuestras empresas socias locales se han adherido. Este trabajo, que se ha desarrollado a nivel nacional, ha tenido incidencia en que según la información de la Asociación de Mutualidades 2 de cada 1.000 trabajadores del sector se han contagiado, muy por debajo de la media nacional, lo que nos debe impulsar a seguir reforzando un trabajo colaborativo entre autoridades, empresas, trabajadores y familias, para que la construcción siga siendo una actividad segura.
Con esta base y para que estas inversiones realmente tengan efectos positivos a nivel regional, se debe contar con las condiciones para que estos presupuestos se puedan desarrollar íntegramente, para lo cual es importante trabajar entre todos los actores involucrados para abordar los “cuellos de botella” que puedan retrasar su puesta en marcha, donde nuevamente el contar con autonomía regional parece ser una piedra angular, en el sentido de que seamos capaces de elegir y dirigir nuestro futuro; y, como lo hemos dicho públicamente, esta también es una oportunidad para potenciar un ecosistema que permita que las obras de Atacama las desarrollen empresas y trabajadores de la zona -hoy, en nuestro sector, sólo el 45% de los proyectos son realizados por contratistas locales-.
Estas obras también deben transformarse en soportes que mejoren la calidad de vida de las personas, lo que debe estar vinculado con construir ciudades más integradas y con acceso para todos sus habitantes. Nuestra propuesta es que, considerando las limitantes de movilidad, se invierta en la denominada infraestructura social, es decir concretar proyectos en barrios vulnerables para poder desarrollar una verdadera “ciudad de los 15 minutos”.
En definitiva hoy es clave avanzar en una reactivación de las actividades productivas prudente -en base a protocolos sanitarios-, pero sostenida, lo que permitirá impulsar decididamente el empleo en base a una construcción segura. Del mismo modo la reactivación debe tener una correlación con las diversas realidades territoriales, siendo un punto bisagra para avanzar en base a un trabajo colaborativo para fortalecer, desarrollar y mejorar la calidad de vida en nuestra querida Atacama.