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Cineasta Ignacio Agüero estrena documental que expande el encierro a través del recuerdo y la imaginación

«Nunca subí el Provincia» se llama la entrega del aclamado director que antes presentó una íntima mirada registrada desde su casa y la percepción hacia el espacio y el mundo, mostrando como su entorno se va transformando.

El film narra la relación más íntima de Ignacio Agüero con la esquina de su casa de toda la vida, donde la construcción de un edificio sobre la panadería más antigua del barrio ha contaminado la vista que tenía del cerro Provincia en la Cordillera de los Andes. Proponiendo una mirada desde su hogar hacia la vida allá afuera: los vecinos que caminan, las calles, hasta llegar a la cordillera.

El relato transcurre a través de cartas manuscritas que el director escribe a una joven cineasta. Más que un documental, esta obra es un ensayo de sensaciones, recuerdos y momentos, y como el mismo Agüero asegura, “una meditación y una carta en sí misma”.

Este enfoque adquiere especial significado hoy, cuando producto de la pandemia, las personas viven confinadas en casa, desde donde conciben su realidad y el entorno. Ignacio Agüero comenta, “la película delimita el espacio y calcula los metros desde la casa a la esquina, a la Virgen del Cerro San Cristóbal, a la plaza, al cerro Provincia, a la casa donde viví de chico, etc. Mide la distancia entre el yo y el mundo, estableciendo un modelo de la realidad de cada cual”.

Y agrega que “también propone expandir el espacio a través del recuerdo y la imaginación, y de ese modo viajar a otros lugares, otros continentes y también a otros tiempos”. La película invita a la retrospección, que se identifica con la sensación que deja la cuarentena, cuando se han cerrado las puertas al mundo público y social, para dar paso a una vida puertas adentro, más solitaria y reflexiva.

A través de las imágenes fuera de casa, Agüero relata la transformación del barrio, y cómo la nueva arquitectura y negocios casi no dejan rastro de lo que había años atrás, cuando la comunidad y la vida transcurrían dentro de una manzana. Así, los relatos de viejos vecinos del barrio dan cuenta de esta nostalgia y son un enriquecedor complemento del documental.

Además de imágenes actuales, aparecen en la película registros y descartes de documentales anteriores del director, así como antiguos videos domésticos. Agüero profundiza «lo que la película hace es confundir los tiempos. Para eso es el cine”.

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