¿PODEMOS SER FELICES EN PANDEMIA?
POR JOSÉ MIGUEL DE LA BARRA BARRAZA,
ONG MILLENIUM ATACAMA.-
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Aunque es cierto que nadie puede estar del todo feliz por estos días, hay algo más importante, estar bien con nosotros mismos, entrenar la autoestima y ser más flexibles en nuestros pensamientos. El ansiado bienestar no siempre está al alcance de la mano, no existen quizás fórmulas sencillas para respirar con mayor energía y optimismo, dado que en el avance hacia el bienestar psicológico y la auténtica plenitud, nada es fácil ni rápido. La actual realidad nos sitúa en un estado de sobrevivencia, dando más valor a los miedos, pero somos una especie que ha evolucionado generando notables avances, esos que ayudan a adaptarnos mucho mejor en este actual y complejo escenario.
Ser feliz no pasa por mejorar la alimentación, tampoco por llevar una vida más activa, evidentemente ayuda a estar más sanos, dar un placer puntual y dotar de una satisfacción que puede durar horas o incluso días, pero ninguna de estas estrategias permite lidiar mejor con el estrés de la realidad actual. Cuando la vida se hace un nudo, sin saber cómo deshacerlo, se convive con la indefensión, el miedo o la ansiedad. Para alcanzar una vida feliz no sirven las recetas fáciles, ni copiar consejos de otros. Es un proceso individual donde cada uno debe invertir esfuerzos siendo creativo, siendo original.
Algo que se viene señalando desde hace tiempo, es que los pensamientos son el mero producto de la actividad cerebral, donde el cerebro los crea como resultado de una serie de conexiones eléctricas. Pero se conoce que los propios pensamientos también tienen poder sobre el cerebro, generando nuevas conexiones. Un ejemplo de ello, los pensamientos negativos repetitivos y obsesivos ralentizan la coordinación cerebral, complicando hallar soluciones a los problemas. Entrenar el cerebro obliga a un mayor control sobre este tipo de procesos mentales. Cuidar lo que se piensa y se dice también es salud, por lo tanto, detectar los patrones negativos de pensamiento permite detenerlos, aplicando un enfoque más reflexivo y menos rígido sobre la realidad. Implica ser capaz de encontrar opciones a un problema, de ampliar perspectivas y dejar de situar fatalidades en el futuro inmediato.
Dar un propósito cada día, dar un significado a la vida, significa bienestar que sintoniza con ilusiones y metas cotidianas. Lo contrario es quedar suspendidos en un vacío abismal, dando paso a trastornos del estado de ánimo como la ansiedad o la depresión. Nada da mayor resistencia que tener una tarea, que recordar lo importante, tener una meta, un objetivo que alcanzar aunque sea algo sencillo, estar bien con uno mismo dando poder a la autoestima. Nadie puede ser feliz todos los días, es imposible atrapar y mantener ese estado mental y emocional a cada instante, pero la autoestima pasa a ser un componente esencial para impulsar el bienestar, siendo sin lugar a dudas, la fortaleza de la satisfacción. Toda sociedad que aspira a ser feliz, debe contar con personas confiadas en sí mismas que logran lo que desean, que valoran ser libres y son merecedores del progreso y del bienestar. No es una tarea sencilla, es un trabajo diario, una labor exigente y compleja en la que hay que invertir cada día, especialmente en el duro momento por la que atraviesa la comunidad.
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